1 feb 2011

Una estación con vistas

Es rasgo de prudencia imprescindible observar antes de actuar. Con deliciosa sencillez, mi abuela me decía “donde fueres, haz lo que vieres” y yo, obediente muchacho si me empeño, sigo esa máxima.


A veces uno ve la sierra y si está en estos días, afortunados y despejados, la sierra nevada ofrece un espectáculo singular, sobre todo al amanecer. Mas a esa hora, cuando la foto sería impresionante, plena de morados y malvas, luchando con el letal empuje del azul cielo de Madrid, no puedo permitirme el parar para mirar el cielo. Los ciudadanos, sabedlo, a esa hora son poco propicios a las bondades de la contemplación paisajística. Prefieren la sorda –y sobretodo, callada- eficiencia del oficinista vocacional y la rapidez y la economía de gestos y palabras en sus repostajes. Siendo así que tengo que esperar a las horas centrales de la mañana para salir al frío y tomar esta perspectiva.
Otra cosa: sabed que el encuadre es esencial. Y uno ha de ser extremadamente cuidadoso para evitar sorpresas. Hice esa primera foto ayer pero, no estando yo satisfecho con el resultado, anduve brujuleando y buscando más afortunados encuadres, cuando, como un potentísimo e ineludible imán, la cámara/teléfono se disparó, ella solita, en esta sorprendente instantánea.




De carácter ahorrador, la imagen trasera de este operario ucraniano nos ofrece otra perspectiva. España no es tan diferente.

6 comentarios:

  1. Dos paisajes montañosos que comparten generosos montes y profundos valles de enmarañadas jaras.

    Dos imágenes antagónicas sobre lo que deseamos vivir y lo que muchas veces recibimos de la vida. Si soñamos con aventuras la vida nos pone a cuatro patas.

    Dos presentes. El presente perfecto y nuestro presente continuo.

    Un abrazo, el mío.

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  2. Frío debe de tener el ucrani-ano...
    Jaime

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  3. Bertram, querido, como bien sabes, la grandeza del paisaje no depende -sólo- del tamaño... sino, también, de lo indómito del paraje, de su espíritu. El rocaje es grato para algunos y silvestre y agresivo para otros; a veces, incluso, es ambas cosas para un mismo sujeto en distintos momentos. Carpichos del destino, sin duda.
    En un asunto disiento de tus sabias palabras: son dos abrazos (el mío, too), eso sí, super viriles, con bravos palmoteos españoles en las espaldas.

    Jaime, cuánta razón tienen tus palabras (y tu ingenioso guión). Hacía una rasca proverbial. Saludos en pompa.

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  4. Preciosas vistas. Las vistas son muy importantes y te proporcionan subidones e inyecciones de optimismo, pero siempre hay que saber dónde mirar, como bien nos haces ver.

    Por cierto, cuánto tiempo sin verte, Monty
    Muchos besos

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  5. Qué razón tienes Mal, sobre todo si te fijas en la foto del esforzado operario ucraniano. Más bien, si consigues evitar ver dicha foto.

    Por cierto, que llevo un rato tratando de localizar la gasolinera y no acabo yo...

    Abrazos man y buen finde.

    M.A.

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  6. ¿Por qué no había contestado? Y yo qué sé...
    Mal, Mal, Mal... haces que mis ojos lagrimeen (o sea, que meen con lágrimas) de emoción al leerte. Tengo que verte ya. Porque tú, mi querido rostro de porcelana, ojos de mandarina, sí que eres una buena vista. ¡Muacks!

    MA,
    es un puto imán, no le des más vueltas. ¿Crees que fue a posta? ¡Salí a fotografiar las nieves, no las huchas!
    El finde lo tengo ahora... en mitad de la semana, lo que, no creas, es tan mierdoso como parece.
    Abrazo, man.

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