¿No os fastidia que algunas cosas sean verdad por el simple hecho de que todo el mundo las repite constantemente, sin preguntarse porqué lo repiten o si es verdad verdadera lo que están repitiendo?
Bueno, a mí sí, y muchísimo. La falta de sentido (y espíritu) crítico en general, creo, es uno de los grandes males del mundo. Estamos viviendo en un mundo que no se pregunta, que no duda, y que simplemente se traga sin masticar lo que le echan por la tele o, ahora, por las memamente llamadas “redes sociales”. A esta actitud papanatas y superficial la llamo yo el Factor Sabina, porque para mí Joaquín Sabina, o mejor, la imagen y la idea que tenemos de él, sintetiza perfectamente esa idiotez generalizada de la que hablaba.
De Sabina todo el mundo dice que es un “poeta urbano”, que es un genio y que es un gran tipo, simplemente, porque todo el mundo lo dice. Sinceramente, yo siempre he pensado que es un plasta de primera, un oportunista como no hay dos, un tío muy listo (eso sí) y, además, siempre me ha dado la sensación de que tiene un problema de olor corproral. Soy reticiente a acercarme a él, además, por cuestiones físicas, porque sospecho que le cantan los sobacos, los pies y, seguramente, el aliento, pero ese es otro cantar.
Escuchad al Sabina de los 70, Pongamos que hablo de Madrid, Calle Melancolía y todo eso. Un gran retrato de Madrid, dice el personal, pero sin pararse a escucharla y a analizarla; para mí, desde luego, es una canción nefasta, pelmaza y repititiva, que no refleja más que el ambiente sórdido y deprimente de un Madrid casi inexistente (ni siquiera en los 70) de jeringuillas, ginebra y muermo absolutamente irreal. Pero entonces “molaba” presumir de ser “de barrio” y se hacían pelis tipo El Vaquilla que, vistas ahora, dios mío, como las canciones de Sabina: dan pánico de lo malas que son. En los 80 se travistió de nuevaolero sin rubor alguno y compuso mierdas tales como “EL hombre del traje gris” (oh, sí, es terrible tener un empleo normal y tener que ir con traje a trabajar), “Pisa el acelerador” o “Juana la Loca” canciones todas ellas que han envejecido muy malamente, no solo en su sonido, sino en la dudosa lírica de sus letras. Sabina sigue dando la brasa al personal, cantando cada vez peor y siendo más atroz en cada nueva entrega, pero nos lo tragamos (yo no, lo juro) porque es un poeta urbano (¿qué coño quiere decir semejante memez?), un artista “comprometido” (con su cuenta bancaria, sobre todo) y lleva toda la vida siéndolo, así que, ¿por qué preguntarse nada? Este es el tipo de cosas por las que, a estos mares de borreguismo, les llamo yo El Factor Sabina.
Un Factor Sabina muy extendido es “nos estamos cargando el planeta”, ¿verdad? Al parecer, la presencia del hombre, y sus actos, en el planeta resulta desestabilizadora para la naturaleza. Como si el hombre no fuera parte de esa naturaleza. Nadie se queja de que los elefantes tiren árboles a su paso; o de que donde mea un perro la hierba se seca. Si llueve mucho, es culpa del hombre y si no llueve, también. Y a la lluvia, a los terremotos, al huracán, los llamamos desastres… sin tener en cuenta que ellos también forman parte de la naturaleza. Y tan natural es el nacimiento de una especie como su extinción. La vida y la muerte, ¿verdad? Ambas son la esencia misma de la naturaleza.
Otro: la violencia de género. Uno oye en telediarios, noticieros de radio y lee en periódicos noticias sobre el abuso y maltrato a las mujeres, y todo el mundo le llama “violencia de género” sin pararse a pensar en lo que están diciendo. Como tenemos un gobierno prácticamente analfabeto y ellos le han puesto a una especie de ley ese asombroso nombre, todo el mundo lo repite. Si un hombre pega (o mata) a una mujer, eso no es “violencia de género”, es violencia (o asesinato) de un hombre a una mujer. El género, cuando se refiere al sexo, es un atributo de las palabras, no de la idea abstracta que representan. Es decir “hombre” es un sustantivo de género masculino, pero un hombre no es un humano de género masculino; yo no soy de género masculino, sino de sexo masculino, como Leire Pajín no es un humano de género femenino. Es una mujer.
El Factor Sabina (FS) es repetir las cosas sin preguntarse o analizar lo que se está diciendo. La clase periodística es muy aficionada a esto. Es normal, por ejemplo, que en el típico reportaje de relleno de los Telediarios nos hablen, en tono un poco paternalista de Lady Gaga o de la última superproducción de Hollywood. Diciendo que claro que triunfará, pero dejando ver que lo hará no por sus méritos artísticos, sino porque llevan una inmensa campaña “de marketing” (otro FS: qué malo es el marketing) detrás… sin darse cuenta de que ellos, memos redomados, están contribuyendo a esa campaña al dedicarle espacio en sus noticieros.
Esta crisis está llena de FFSS: el Capitalismo, los especuladores, los malvados mercados… hasta los controladores, todo para esconder la ineficacia y la inoperancia de quienes no saben hacer la o con un canuto. El mundo del deporte está lleno de FS: Iniesta merecía más que Messi el balón de Oro (ja, ja, ja…), La F1 es un deporte, hacer deporte es bueno para la salud…
Un FS muy extendido es el de la ideología. Es muy triste que las ideologías, las consignas, hayan sustituido a las ideas y eso es, en el fondo, el busilis de todo este asunto. Es más sencillo apuntarse a lo que dicen los otros que pensar y tratar de tener nuestra propia opinión. Mucha gente dice, en plan graciosete, que las opiniones son como los culos: todos tenemos la nuestra; lo ciero es que no es así. Lo triste es que en este mundo iletrado en que la gente se traga la tele, lo que le echen, en lugar de sentarse a leer un libro, sólo unos pocos tienen verdaderas opiniones. Y los demás nos apuntamos a un bando o a otro según pite. Y así, qué quieres, la cosa no funciona.
Mientras la cosa no cambie, yo seguiré aquí, comiéndome los mocos y el mundo sin reconocer que soy un genio. Como cuando me muera se me reconozca, os juro que la armo. He dicho.